Respect Human Life / Respetar la vida humana
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Human life is sacred because from its beginning it involves the creative action of God and it remains for ever in a special relationship with the Creator, who is its sole end. God alone is the Lord of life from its beginning until its end: no one can under any circumstance claim for himself the right directly to destroy an innocent human being. —CCC, no. 2258; citing The Gift of Life (Donum Vitae), no. 5
God’s creative action is present to every human life and is thus the source of its sacred value. Each human life remains in a relationship with God, who is the final goal of every man and woman.
The Fifth Commandment calls us to foster the physical, spiritual, emotional, and social well-being of self and others. For that reason, it forbids murder, abortion, euthanasia, and any life-threatening acts. We are called to create the culture of life and work against the culture of death. This presents us with three challenges.
- We need to counter the relativism that imperils human life, by recognizing that human freedom
needs to be consistent with God’s intentions and the laws that govern moral life. - We must witness God’s providential presence to all creation and particularly to each human being. “Where God is denied, and people live as though he did not exist, or his commandments are not taken into account, the dignity of the human person and the inviolability of human life also end up being rejected or compromised” (Pope John Paul II, The Gospel of Life [Evangelium Vitae; EV], no. 96).
- We need to confront the weakening of conscience in modern society. Too many people fail to distinguish between good and evil when dealing with the value of human life. Moral confusion leads many to support choices and policies that desecrate life. Choices that were once considered criminal and immoral have become socially acceptable. Many consciences that were once formed by the Ten Commandments, Christ’s moral teachings, and the Holy Spirit’s grace-filled guidance are now swayed by the moral confusion of the spirit of the times. We should deal with the weakening of conscience by helping people to understand the Church’s teaching on conscience as the capacity to make judgments in agreement with God’s law, to protect human dignity and reject anything that degrades it.
This article is an excerpt from the United States Catholic Catechism for Adults (Washington, DC: USCCB, 2006) 389-390.
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“La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”. —CIC, no. 2258; citando Sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de la Procreación
(Donum Vitae), no. 5
La acción creativa de Dios está presente en cada vida humana y por eso es la fuente de su valor sagrado. Toda vida humana permanece en relación con Dios, quien es el destino final de todo hombre y mujer. El Quinto Mandamiento nos llama a fomentar el bienestar físico, espiritual, emocional y social propio y de los demás. Por esta razón prohíbe el homicidio, el aborto, la eutanasia y cualquier acto que amenaza la vida. Estamos llamados a crear una cultura de vida y a luchar en contra de la cultura de la muerte. Esto nos presenta tres retos:
- Necesitamos contrarrestar el relativismo que pone en peligro la vida humana, reconociendo que la libertad humana necesita ser consistente con los propósitos de Dios y las leyes que rigen la vida moral.
- Debemos dar testimonio de la presencia providencial de Dios a toda la creación, y en
particular a cada ser humano. “Cuando se niega a Dios y se vive como si no existiera, o no se toman
en cuenta sus mandamientos, se acaba fácilmente por negar o comprometer también la dignidad de la persona humana y el carácter inviolable de su vida” (Papa Juan Pablo II, Sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana [Evangelium Vitae; EV], no. 96). - Necesitamos afrontar el debilitamiento de la conciencia en la sociedad moderna. Demasiada gente fracasa al distinguir entre el bien y el mal cuando se trata del valor de la vida humana. La confusión moral lleva a muchos a apoyar opciones y políticas que profanan la vida. Opciones que una vez habían sido consideradas criminales e inmorales son ahora socialmente aceptables. Muchas conciencias que antes fueron formadas por los Diez Mandamientos, por las enseñanzas morales de Cristo y por la orientación llena de gracias del Espíritu Santo ahora se tambalean a causa de la confusión moral del espíritu de estos tiempos. Deberíamos tratar el debilitamiento de la conciencia ayudando a la gente a comprender la enseñanza de la Iglesia sobre la conciencia como la capacidad de formar juicios que concuerdan con la ley de Dios, para proteger la dignidad humana y rechazar aquello que la degrade.