Unir Fronteras Para Una Cultura De La Vida

Natalie Perez

16 DE JUNIO DE 2017

En abril, tuve la bendición de asistir a una maravillosa reunión pro vida y pro familia de la comunidad católica hispana que se extiende a ambos lados de la frontera entre EE. UU. y México. Al haberme criado en una familia católica y mexicana, me conmovió especialmente el poder de la comunidad hispana de promover una cultura de la vida y del amor; un poder que se arraiga en custodiar y promover la santidad del matrimonio y de la familia. El testimonio pro vida realmente se hizo ver durante los encuentros con gente que nunca estaba demasiado ocupada para escuchar las necesidades de los demás, servir al prójimo y recordarle la gran dignidad de la vida.

El Segundo Congreso Binacional Pro Familia y Pro Vida, que se realizó al mismo tiempo que el Quinto Congreso Hispano de las Américas por el Respeto por la Vida y la Evangelización, buscó unir a la comunidad católica hispana local en defensa de la vida, la familia, el matrimonio y la libertad religiosa. Hoy, más que nunca, la comunidad hispana tiene la importante tarea de legar los fuertes lazos familiares. El mundo necesita familias que den testimonio del valor de cada persona humana participando en encuentros humanos reales enfocados en la dramática belleza de la vida familiar. Fue precisamente esta cultura del encuentro la que viví en El Paso y en la Ciudad de Juárez, donde más de 4000 personas llenaron ambos encuentros en dos centros de convenciones.

Somos creados para vivir en comunidad, comenzando con el regalo de nacer en una familia, nuestra primera comunidad. En Amoris Laetitia, el Papa Francisco nos recuerda: “La historia de una familia está surcada por crisis de todo tipo, que también son parte de su dramática belleza. Hay que ayudar a descubrir que una crisis superada no lleva a una relación con menor intensidad sino a mejorar, asentar y madurar el vino de la unión” (AL 232). Es decir, incluso las crisis pueden revelarnos el regalo de cada persona humana.

La conferencia binacional pro vida y pro familia nos animó a fortalecer una cultura de la vida: fomentando la vida en familia, la unión y el amor entre las fronteras. Durante la conferencia, muchos de los voluntarios en El Paso compartieron conmigo las importantes luchas que enfrentaron al abandonar Juárez, el lugar que les había dado su familia, su cultura y su fe católica. Fue precisamente su anhelo de unión entre las fronteras lo que los inspiró a organizar esta conferencia.

Encomendémonos a la intercesión de mujeres como la Venerable Concepción (Conchita) Cabrera de Armida, una esposa mexicana y madre de nueve, que trabajó para fortalecer una cultura de la vida que comienza en el hogar. Como relata en Diario espiritual de una madre de familia, el Señor un día le dijo: “Te casaste para mis altos fines, para tu propia santificación y para ser un ejemplo para muchas almas que creen incompatible el matrimonio con la santidad”. Fue precisamente mediante su vocación que se acercó más a Dios y a su voluntad divina. Venerable Concepción Cabrera de Armida, ruega por nosotros.


Natalie Perez es asistente administrativa del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de obispos católicos de los EE. UU. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.