Messengers of God’s Love – USCCB Life Issues Forum

EN ESPAÑOL

By: Kimberly Baker

OCTOBER 19, 2018

Since the news about numerous abuse scandals broke this summer, it has been a very difficult time for Catholics in the United States. In response, efforts for increased dialogue have been organized at many different levels: diocesan-wide events, parish meetings, and personal gatherings to talk, pray, share, and—especially important—to listen.

These efforts to listen and be attentive to others who are hurting have reminded me how each one of us can express respect for those we encounter in our daily routines. These events have also led me to reflect on my personal wounds, leading me to realize anew that even in our brokenness we can place ourselves at the service of others. It is an encouraging and beautiful experience to be a messenger of God’s love to one another, especially during difficult times.

Inspired by Our Lady of Guadalupe and St. Juan Diego, these sentiments are reflected in the 2018-2019 Respect Life theme, “Every Life: Cherished, Chosen, Sent.” No matter how unprepared or inadequate we may feel, God’s grace can work through us to positively impact the lives around us in ways we may never fully realize. That is why it is helpful to remember that each of us is cherished in God’s eyes, and we are created with a great capacity to love and be loved. We must never forget that each of us is chosen by God. Each life has profound purpose and meaning, and each of us has a unique mission in this world. So that we may fulfill this mission, we are sent. Each of us is called to reflect God’s love in how we treat others, use our God-given gifts, and help others understand their own dignity and worth.

At a time when there is heightened awareness of the great evils of sexual abuse and abuse of power, God can work through each of us to be messengers of his love as we aid in others’ healing. How do we respond to those around us who are hurting? How do we show—in our actions, words, and behavior—that each life is precious, that each life is sacred? Whether or not we personally know someone who has experienced abuse, we can educate ourselves on how to respond in compassionate ways and learn what resources are available in our local area.

During this turbulent time in the Church, let us renew our efforts to respect and cherish the life of each and every person, to listen attentively, and to remind one another of our God-given dignity—including family members, friends, coworkers, and others we may encounter. Let us remember all victims and survivors of abuse and pray for their protection and healing. In the face of such pain and suffering, some may be tempted to doubt their worthiness of being loved, or even the value of their life. Let us always seek, in whatever circumstances people cross our paths, to be messengers of God’s love. May we always be ready to offer a life-affirming response to those who may be reaching out or struggling in these difficult times.


Kimberly Baker is Programs and Projects Coordinator for the Secretariat of Pro-Life Activities, U.S. Conference of Catholic Bishops. For more information on the bishops’ pro-life activities, please visit www.usccb.org/prolife.

Prayer

Foro Asuntos De Vida: Mensajeros del amor de Dios

Kimberly Baker

19 DE OCTUBRE DE 2018

Debido a las noticias sobre numerosos escándalos de abusos que se conocieron este verano, ha sido un tiempo muy difícil para los católicos en Estados Unidos. En respuesta, se han organizado iniciativas para alentar el diálogo en muchos círculos diferentes: encuentros diocesanos, reuniones parroquiales y reuniones personales para hablar, rezar, compartir y –lo que es especialmente importante– escuchar.

Estas iniciativas para escuchar y prestar atención a otras personas que sufren me han recordado la manera en que muchos de nosotros podemos expresar respecto hacia quienes nos encontramos en nuestra vida cotidiana. Estos acontecimientos también me han llevado a reflexionar sobre heridas personales, haciéndome volver a darme cuenta de que, incluso en nuestras debilidades, podemos ponernos al servicio de otros. Es una experiencia alentadora y hermosa ser el mensajero del amor de Dios de unos a otros, especialmente durante estos tiempos difíciles.

Inspirado en Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego, este sentimiento se refleja en el tema de Respetemos la Vida de 2018-2019: “Cada vida: atesorada, escogida, enviada”. Sin importar que no nos sintamos preparados o aptos, la gracia de Dios puede obrar por medio de nosotros para tener un impacto positivo en la vida de quienes nos rodean de maneras que posiblemente nunca comprendamos plenamente. Por eso resulta útil recordar que cada uno de nosotros es atesorado a los ojos de Dios y que estamos creados con una magnífica capacidad de amar y ser amados. Nunca debemos olvidar que cada uno de nosotros ha sido escogido por Dios. Cada vida tiene un propósito y un significado profundos, y cada uno de nosotros tiene una exclusiva misión en este mundo. Somos envíados para que podamos cumplir esta misión. Cada uno de nosotros está llamado a reflejar el amor de Dios en la manera en que tratamos a otros, usamos nuestros dones dados por Dios y ayudamos a otros a entender su propia dignidad y valor.

En un momento en el que hay una acrecentada conciencia de los grandes males del abuso sexual y el abuso de poder, Dios puede obrar por medio de cada uno de nosotros para que seamos mensajeros de su amor y ayudemos a otros a sanar. ¿De qué manera respondemos ante las personas a nuestro alrededor que están sufriendo? ¿De qué manera demostramos –en nuestras acciones, palabras y comportamiento– que cada vida es valorada, que cada vida es sagrada? Independientemente de que conozcamos personalmente o no a alguien que ha padecido un abuso, podemos instruirnos sobre cómo responder de manera compasiva y averiguar qué recursos hay disponibles en nuestra área local.

Durante este tiempo turbulento en la Iglesia, renovemos nuestros esfuerzos por respetar y atesorar la vida de cada persona, escuchar con atención y recordarnos unos a otros la dignidad que Dios nos ha otorgado, incluidos los miembros de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y otras personas que podamos encontrarnos. Recordemos a todas las víctimas y los sobrevivientes de abusos y recemos por su protección y sanación. Frente a tanto dolor y sufrimiento, algunos pueden sentir la tentación de dudar de que merecen recibir amor, o incluso del valor de la vida. Busquemos siempre, sean cuales sean las circunstancias en las que la gente se cruza en nuestro camino, ser mensajeros del amor de Dios. Que siempre estemos preparados para una respuesta en favor de la vida a quienes se nos acerquen o tengan luchas en estos tiempos difíciles.


Kimberly Baker es coordinadora de programas y proyectos para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los EE. UU.  Para más información acerca de las actividades pro vida de los obispos, vea: www.usccb.org/prolife.