FORO ASUNTOS DE VIDA: ´Morir es un deber´

Tom Grenchik

6 DE ABRIL DE 2018

Aquellos que ‘venden’ la muerte como la respuesta a todos los problemas sociales harán todo lo posible para que los vean como razonables y compasivos.

Consideren, por ejemplo, el asunto del suicidio asistido. El denominado “derecho” de quitarse la propia vida es pregonado como una respuesta compasiva ante una discapacidad, una enfermedad terminal, una enfermedad degenerativa, depresión o, simplemente, un deseo de no seguir más. Nosotros, quienes nos oponemos al suicidio para aquellos que más necesitan la verdadera compasión, somos acusados de intentar limitar los derechos de otros. Y así, demostrar amor y verdadera preocupación por el prójimo que padece necesidades se tilda de extremismo. Pero, ¿quiénes son los verdaderos extremistas?

Unos cuantos estados de esta nación y nuestros vecinos canadienses ahora han codificado el suicidio asistido como un “derecho” legal. ¿Quién se ha beneficiado a raíz de este “derecho” recientemente adquirido? En lugar de aumentar las opciones para quienes enfrentan enfermedad o discapacidad, el costo inferior del suicidio asistido parece influir en la cantidad de atención médica ofrecida a quienes lo necesitan, especialmente aquellos que más dependen de la asistencia del gobierno.

Cada vez con más frecuencia, escuchamos historias de pacientes a quienes se les niega tratamiento o ayuda con la vida cotidiana, y al mismo tiempo se les ofrece el suicidio asistido. El mes pasado, un señor canadiense con una enfermedad terminal demandó en la corte al hospital y a varios organismos del gobierno alegando que se le había negado la atención médica adecuada, pero le ofrecieron el suicidio asistido. Hay ejemplos similares en EE. UU. en estados que han legalizado el suicidio asistido. Se les dice a los pacientes que su seguro no cubre tratamientos para sustentar la vida, pero a las aseguradoras les encanta mencionar que el suicidio asistido, de hecho, tiene cobertura total. Además, si la muerte es una opción más barata que un buen control del dolor, habrá mucho menos incentivos para proporcionar o mejorar los cuidados paliativos o de hospicio, para mantener a las personas cómodas y con atención a medida que se acercan al final de su vida.

Quienes tienen más probabilidad de ser presionados para poner fin a su vida son las personas pobres, marginadas y miembros de comunidades minoritarias, aquellos que tienen menos acceso a atención médica de calidad o que no tienen a nadie que los defienda.

Así, el “derecho” a morir puede convertirse rápidamente en una expectativa de muerte o incluso en el “deber” de morir. Una vez que se vean como una carga para la sociedad o un desperdicio de recursos médicos limitados, les ofrecerán las mínimas opciones y la muerte tristemente se les presentará como lo más barato de todo a quienes sufren más necesidades.

El tiempo apremia y los esfuerzos adicionales por legalizar y promover el suicidio asistido aumentan súbita e inevitablemente en todo el país. Ofrézcase como voluntario en su oficina parroquial de respeto a la vida o en el servicio de acercamiento de la parroquia a quienes están confinados en su hogar. Ayude a su conferencia católica estatal a rechazar los intentos para legalizar el suicidio asistido. Demuestre con sus palabras y obras hacia quienes lo rodean cuánto los aprecia. Y rece mucho para que nuestro mundo valore y respete la dignidad de toda vida humana.


Tom Grenchik es director ejecutivo del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de obispos católicos de los EE. UU. Infórmese sobre las docrinas de la Iglesia sobre la atención al final de la vida en www.usccb.org/toliveeachday.